martes, 10 de abril de 2012

MIEDO


Sentada bajo un árbol, cerré los ojos y me puse a pensar en darle forma a la palabra MIEDO:

Era realmente triste ver a ese pequeño caminando entre los charcos, tratando de conservar sus viejos zapatos alejados de la humedad, a su corta edad ya conocía la miseria y trataba de ayudar a sobrevivir a su madre viuda y a sus tres hermanos.
Cada día antes del amanecer se levantaba al escuchar a su pobre madre tosiendo, ella siempre tapaba su boca queriendo ahogar esa tos que ya hacia mucho la acompañaba, la mala alimentación, el trabajo pesado y ese cuartucho húmedo en donde se refugiaban, eran culpables de su enfermedad.
Antes de salir de su casa, tomaba un tarro de café y cuando había suerte lo acompañaba de una tortilla o un pedazo de pan duro, luego tratándose de cubrir el frio con su viejo y roto abrigo, comenzaba su día, no pensaba en juegos, la escuela o los amigos, no, su mente al igual que sus grandes ojos, atentos en cada rincón, en cada bote de basura, buscando algo que sirviera en su hogar, unos zapatos, un poco de comida, lo que fuera.
De pronto unos ojos amenazantes detuvieron su paso, ¡sintió miedo!, muchas veces lo había sentido….  ¡ya lo conocía!, era tiempo de correr…!no pudo!, su espalda pego en la fría pared, su corta edad no impedía que sus manos sudaran, ponerse a llorar no ayudaba ni siquiera cuando tenia hambre, lo mejor era pensar en ¿Cómo escapar de ahí?, poco a poco se deslizo,… un paso, …otro paso… un pequeño sollozo le obligo a frotarse la nariz, valientemente siguió…. Un paso…otro paso,  faltaban solo unos metros para salir del callejón y encontrarse con  la luz tenue que proyectaba la lámpara del poste en la esquina, de pronto….!ggggrrr!, ¡no lo logro!, de un salto aquellos ojos estaban justo frente a él.
Ya no pudo mas, el llanto y la inocencia se hicieron presentes y el sollozo se convirtió en un grito de esperanza ¡Mamá!, …!Mamá!, … ¡ayudame!, al mismo tiempo que gritaba, apretaba sus ojos y sus manos, como queriendo con ello protegerse, como si así, pudiera sacar fuerzas para luchar contra “aquello” que lo miraba fijamente y presionaba su pecho, lo tenia tan asustado que su cuerpo temblaba amenazando con caer, cuando ¡de pronto!, sintió una lengua cálida que limpiaba sus lágrimas, abrió los ojos lentamente, frente al pequeño se encontraba un perro tan flaco y desamparado como él, su mueca de MIEDO, se transformó en una sonrisa, con la punta de su abrigo, terminó de secar su carita al mismo tiempo que rascaba la cabeza del perro y siguió su camino, diciendo…..
¿SABES?, ¡NUNCA MAS CAMINARE SOLO!, ¿COMO TE LLAMARE?, ¡YA SÉ!, TE LLAMARE MIEDO.

Reflexión:
Cuando pienso en el miedo, creo que todo mundo vive con el, solo hay que darle una forma y aceptar que esta junto a nosotros, seguir nuestro camino no importa que nivel social tengas, que apariencia física busques, cuales son tus sentimientos, etc., todos, creo yo que en algún momento lo experimentamos en mayor o menor proporción pero siempre esta con nosotros.  

MANZANILLO, COLIMA. CAPITAL MUNDIAL DEL PEZ VELA



Cuando mi padre nos llevo a vivir a  ese lugar, sin duda no se equivoco, en el año de 1960, Manzanillo, era un lugar paradisiaco, el sitio en donde se pueden contar sin temor las mejores anécdotas de mi vida, hasta me atrevo a decir que también lo es para muchos de los que han habitado ahí, recuerdo la cantidad de peces que quedaban varados en la playa de San Pedrito, la gente llevaba bolsas o baldes, que podían llenar con solo estirar la mano, la mar era de un azul tan bello y transparente que nos permitía desde el cerro mirar el fondo de las partes bajas de la bahía, sin contaminación de automóviles, eran muy pocos los que circulaban, las casas estaban empotradas en los cerros, solo una calle principal en el centro, mi madre por las mañanas en ocasiones iba al mercado que era de lo mas pintoresco y hermoso, lleno de colores y olores, doña Carmelita con su famoso rompope, el panadero cerca de ahí, con el pan calientito que sin duda era lo ideal para acompañar la suculenta bebida que solo Carmelita podía hacer, el vendedor de globos que no dejaba de gritar “a peso la bolsa de globos; 20 globos de todos los tamaños un peso”, también los dueños de los diferentes puestos “!pásele, pásele, pásele, todo vara, vara, vara”, “marchantita”, ¿Qué va a llevar?, era hermoso, era romántico, era algo diferente, que disfrute en mi niñez y disfruto hoy recordándolo en el ocaso de mi vida, también existía un pequeño kiosco, rodeado de arboles grandes y frondosos, vendían muchas cosas, pero a mi me encantaba ir con las compañeras de escuela y comprar cocos, tomábamos el agua y después comíamos la carne usando únicamente el popote sin partirlo, era muy divertido.
Campos, era un lugar a solo unos seis kilómetros de distancia del centro de Manzanillo, mi abuelo Cirilo, el padre de mi mamá, vivió ahí, me gustaba ir a comer marañones, me sentaba abajo del árbol y comia la fruta sin importarme que escurriera entre mis manos el jugo agridulce, la gente también en ese lugar recogía la fruta madura con el consentimiento de los dueños de las huertas, era tanta la fruta que aun con todo lo que la gente llevaba parecía nunca terminar, nopales, limones, cocos, mangos, y sobretodo ciruelas, pero desgraciadamente de la noche a la mañana, llego el progreso y con ello todo fue cambiando.
La termoeléctrica, llevo gente de muchos Estados a Campos, eran cientos y cientos de trabajadores apilados aquí y allá, iniciaron los robos, violencia, contaminación, el paraíso termino poco a poco y dio comienzo al Puerto de Altura que aún ahora, en el 2012,  sigue creciendo.
Pero como un homenaje a toda esa belleza, quiero escribir algunas historias  que llevarán mucha verdad, pero también mucha imaginación de quien escribe.