Sentada bajo un árbol, cerré los ojos y me puse a pensar
en darle forma a la palabra MIEDO:
Era realmente triste ver a ese pequeño caminando entre
los charcos, tratando de conservar sus viejos zapatos alejados de la humedad, a
su corta edad ya conocía la miseria y trataba de ayudar a sobrevivir a su madre
viuda y a sus tres hermanos.
Cada día antes del amanecer se levantaba al escuchar a su
pobre madre tosiendo, ella siempre tapaba su boca queriendo ahogar esa tos que
ya hacia mucho la acompañaba, la mala alimentación, el trabajo pesado y ese
cuartucho húmedo en donde se refugiaban, eran culpables de su enfermedad.
Antes de salir de su casa, tomaba un tarro de café y
cuando había suerte lo acompañaba de una tortilla o un pedazo de pan duro,
luego tratándose de cubrir el frio con su viejo y roto abrigo, comenzaba su
día, no pensaba en juegos, la escuela o los amigos, no, su mente al igual que
sus grandes ojos, atentos en cada rincón, en cada bote de basura, buscando algo
que sirviera en su hogar, unos zapatos, un poco de comida, lo que fuera.
De pronto unos ojos amenazantes detuvieron su paso, ¡sintió
miedo!, muchas veces lo había sentido…. ¡ya
lo conocía!, era tiempo de correr…!no pudo!, su espalda pego en la fría pared,
su corta edad no impedía que sus manos sudaran, ponerse a llorar no ayudaba ni
siquiera cuando tenia hambre, lo mejor era pensar en ¿Cómo escapar de ahí?,
poco a poco se deslizo,… un paso, …otro paso… un pequeño sollozo le obligo a
frotarse la nariz, valientemente siguió…. Un paso…otro paso, faltaban solo unos metros para salir del callejón
y encontrarse con la luz tenue que
proyectaba la lámpara del poste en la esquina, de pronto….!ggggrrr!, ¡no lo
logro!, de un salto aquellos ojos estaban justo frente a él.
Ya no pudo mas, el llanto y la inocencia se hicieron
presentes y el sollozo se convirtió en un grito de esperanza ¡Mamá!, …!Mamá!, …
¡ayudame!, al mismo tiempo que gritaba, apretaba sus ojos y sus manos, como
queriendo con ello protegerse, como si así, pudiera sacar fuerzas para luchar
contra “aquello” que lo miraba fijamente y presionaba su pecho, lo tenia tan
asustado que su cuerpo temblaba amenazando con caer, cuando ¡de pronto!, sintió
una lengua cálida que limpiaba sus lágrimas, abrió los ojos lentamente, frente
al pequeño se encontraba un perro tan flaco y desamparado como él, su mueca de
MIEDO, se transformó en una sonrisa, con la punta de su abrigo, terminó de
secar su carita al mismo tiempo que rascaba la cabeza del perro y siguió su
camino, diciendo…..
¿SABES?, ¡NUNCA MAS CAMINARE SOLO!, ¿COMO TE LLAMARE?, ¡YA
SÉ!, TE LLAMARE MIEDO.
Reflexión:
Cuando pienso en el miedo, creo que todo mundo vive con
el, solo hay que darle una forma y aceptar que esta junto a nosotros, seguir
nuestro camino no importa que nivel social tengas, que apariencia física busques,
cuales son tus sentimientos, etc., todos, creo yo que en algún momento lo
experimentamos en mayor o menor proporción pero siempre esta con nosotros.