jueves, 14 de junio de 2018


Padre
Mientras estuviste conmigo, nunca supe lo que era estar sola, pero cuando ya no estabas a mi lado, tuve tanto miedo a la soledad, que busque a Dios para sentirme siempre acompañada, casi lo logro  pero de verdad es difícil cuando vives en un mundo rodeado de mil cosas que se meten por los cinco sentidos, entonces tu cerebro te dice que necesitas a alguien a quien puedas ver, escuchar, palpar y te rodeas de gente, creyendo que así esa soledad no podrá entrar en tu vida, apenas hace unos días, yo me he enterado que la mejor y peor soledad que puedes tener, es justamente esa, vivir rodeado de gente y sentirte completamente solo.

La mejor…porque cuando ya estas consciente de eso, te fortalece pensar que ya no importa estar rodeado de gente, solo necesitas a Dios.

La peor… seguir viviendo así.
¿sabes? me gustaría volver a verte, que estuviéramos en casa y llegaras a sentarte bajo el árbol que tanto te cuido...cobijado bajo su sombra, movía sus ramas para refrescarte... poder quitar tus zapatos y poner las chanclas en tus pies, acariciar tu pelo, escucharte cantando una canción rascando las cuerdas a la guitarra, o platicando anécdotas de tu vida, siempre tan interesantes y divertidas, recuerdo las canciones que me enseñaste, como aquella que aprendí un día en colima esperando el tren  que nos llevaría de regreso a casa, me imagino como me habré visto cuando tu les dijiste a los pasajeros del tren que yo les cantaría una canción que acababa de aprender... me sentí tan protegida y orgullosa de mi padre, a tu lado nunca tuve miedo, la cante con tanta seguridad y soltura que la gente me aplaudía al mismo tiempo que te felicitaba por tener una hija como yo, esas sensaciones nunca se fueron de mi vida y son mas grandes que cualquier otra cosa mala que hayamos vivido juntos,