Manzanillo en el Estado de Colima, es un
Puerto de altura que recibe una gran cantidad de barcos para embarque y
desembarque con productos de todo tipo, cuenta también con hoteles, desde los
ejecutivos, de cinco estrellas hasta los económicos con todo lo necesario para
pasar unas buenas vacaciones, playas hermosas ubicadas a lo largo del puerto y
sus alrededores, la termoeléctrica.
Pero el centro del Puerto no ha cambiado
mucho, no hay espacio para que cambie, casi todo sigue igual, sus cerros llenos
de caminos que solo son transitables en burro o a pie, en especial hay un lugar
llamado “el túnel”, que haciendo justicia a su nombre atraviesa de manera
natural, un cerro desde el Océano Pacífico hasta la laguna de Campos, para
luego encontrarse de nuevo con el Océano, rodeando parte de la Ciudad.
Ese
es el lugar en donde comienza una historia que por increíble que parezca tiene
mucho de verdad, fue hace ya muchos años, cuando todavía “los perros se
amarraban con longaniza” y se desechaban los “dentros” de los animales que se
mataban en el rastro.
Por un lado del “túnel”, puedes mirar
adornando el panorama, una lancha de Pilotos de Puerto, que a manera de guardia perezoso yace
plácidamente en tierra a un costado de sus oficinas, por el otro lado se
encuentra el famoso y antiguo restaurant de comida china Ly
Chee, que ofrece justo por el respiradero de la cocina sus aromas a
todo aquel turista que gusta de acercarse a ver el agua
del mar bajo sus pies, también de vez en cuando algún intrépido pescador,
brinca la barda de protección de casi metro y medio de
altura y se arriesga entre las piedras, para curricanear
los peces que con la marea alta, pasan por cientos en ese lugar, junto con grandes cantidades de agua que alimenta la vida del otro lado del
cerro.
Cierta tarde de luna llena, nuestro amigo
Alan, joven de 16 años, moreno, delgado, estatura media, llegó con todos los
aparejos que necesitaba para pasar la
noche tratando de conseguir los mejores y más grandes peces de la noche, cuando
menos eso era lo que él pensaba hacer, cuando de pronto aun sin acomodar su
curricán en la cuerda, cayó al agua y fue arrastrado por la corriente del mar,
mucha gente se dio cuenta pero nada se podía hacer, la marea lo sacaría igual
que a muchos que habían pasado por lo mismo, solo había que esperar unos
días…
Afortunadamente
para el joven no pasó así, dos días después salió por el otro lado aún con
vida, lo vieron los pescadores que viven a los costados de la entrada del agua
del Pacífico, lo rescataron y lo llevaron al hospital en donde lo atendieron
para después darlo de alta con la mala noticia de que debido a la experiencia
que el joven había vivido, tendría algunas secuelas en su cerebro, que quizás
con el tiempo podría superar.
Una tarde que andábamos de paseo, nos
encontramos a Alan y no pude evitar llamarlo y hablamos con él.
¾ ¡Hey!, ¡Alan!, ¡Cuéntanos! ¿Qué te pasó en
el túnel?
¾ ¡me caí!, ¡de verda!, ¡me fui de hocico pa
bajo!, y a luego, que quise nadar y ¡ándale! Que no pude, yo pensaba ¡hay,
madrecita, me voy a morir!, y cuando me jalaba el agua pa dentro, yo brincaba y
manoteaba, pa ver que agarraba porque ya no se miraba nada allá
adentro, y ¿Qué creen?
¾ ¿Qué Alan? ¡cuéntanos!,
¾ Pos que agarro una piedrota, la agarre
bien juerte y no me solté, me metí pa dentro, pero sin soltarme ¡fíjate!,
¡hasta con las patas estaba agarrado!, de menso que me suelto, no me solté, ¡no
se cuanto tiempo paso!, pero que me empiezo a engarrotar, el agua ta bien fría
allá adentro, me soltaba de una pata, luego de la otra, luego una
mano, luego la otra, pero a luego ¡que me empieza el sueño!
¾ ¿y qué hiciste Alan?
¾ Pos comencé a gritar ¡hay madrecita
ayúdame!, ¡hay madrecita tengo miedo!, ¡hay madrecita que me voy a morir!, y
que se deja venir una olota pero
grandota, y que me sube pa arriba, ya no me pude agarrar, y que me avienta mas
pa dentro y ¡a luego que se va!, ¡pos que me quedo trepado en otra piedra!, era
como si juera una cuevita, el agua me llegaba a las patas y cuando venían las
olas me hacia pa atrás y el agua solo me llegaba a la panza, cuando
la marea se calmo entonces me pude sentar y con las nalgas en el agua que me
quedo dormido, ¡fijate!, ¡ni se cuanto tiempo!,
¾ ¿y luego, que paso?
¾ Pos desperté porque sentí que me caminaba
algo en la cabezota, primero pensé en quedarme quietecito, pero yo tenía mucha
hambre, ¡que le aviento un trancazo y que lo agarro!
¾ ¿Qué era Alan?
¾ ¡Pos!, un cangrejo o una jaiba, ya ni
supe, pero me lo trague y taba bien gueno, y le grite a la madrecita ¡hay mi
madrecita de Guadalupe, mándame más animalitos que todavía tengo harta hambre!,
¡nombre!, que me empiezan a llegar por montones de cangrejos, hasta que le
grite otra vez a la madrecita ¡hay madrecita, estos son muchos, me van a
tragar ellos a mi, mejor llévatelos!
¾ ¿y se los llevo??
¾ ¡nombre!, al que me llevó fue a mí, que
por andar de tragón, me descuide y que llega otra olota y
me da tremendo sacudón, me arrejolo por allá y que me caigo otra vez pa dentro
del agua, busque la piedrota pa agarrarme pero ya no la
encontré, a luego también buscaba la cuevita pero tampoco la halle,
no sé cuánto tiempo pasó, pero la corriente me aventaba de allá pa ca, de aquí
pa allá, nomas sentía los arañazos de las piedras por todos lados pero no podía
agarrar ni una, hasta que sentí un golpazo en la cabeza y ya no se qué paso.
¾ ¿y entonces como saliste Alan?
¾ Pos ya cuando desperté, estaba en el
hospital, me dijeron que unos pescadores me encontraron frente a una de las
casas que están del otro lado de la laguna, yo creo que el golpazo que me di,
me dejo dormido, lo bueno que yo creo que me quede con el hocico pa arriba, por
eso no me ahogue, me sacaron del mar creyendo que ya estaba tieso, pero ¡no!,
todavía estaba vivo ¡fíjate!
¾ Oye Alan y ¿Cuándo vuelves a pescar allá
por el túnel?
¾ Me quede loco, pero no pendejo, nunca me
le vuelvo a acercar al túnel, y ya me voy porque tengo que revisar mi caballo
¾ Y ¿Qué le vas a revisar Alan?
¾ Pos es que ayer por la
tarde, andábamos paseando mi caballo y yo allá por el lado de Campos
y me baje de mi caballo, lo amarre y me quede dormido debajo de un
árbol lleno de mangos, ¡nombre!, ¿vas a creer que cuando desperté, mi caballo
se había comido mi machete? Y ahora voy a ver si de pura casualidad lo caga.
¡adiós!, ¡no se vayan a acercar al túnel, porque se van a caer!
¾ Y sin más comentarios, Alan, se aleja en
busca de sus sueños que mezclados con la realidad, se convierten en una hermosa
historia de supervivencia de una persona que gracias a una mala experiencia
conservará por siempre la inocencia de un niño que vive en su propio mundo.
Febrero 09 de Marzo del 2014