La
historia que les voy a contar, parecería que sale solo de mi imaginación, pero
les aseguro que no es así, Rin, existió o todavía existe, fue alguien de mucha importancia para
nosotros, acostumbrados a no convivir en la casa con nadie que no fuera de la
familia, Rin, paso a ser una excepción en
la regla, escribiré algunas de las muchas anécdotas que quedaron grabadas en mi
mente, lo hago como un homenaje a un hombre con cuerpo de adulto que lo llevo a
sufrir como tal, pero también al hombre con un corazón tan puro como el de un
niño, que nos llevo alegría a nuestro hogar.
-
¡buenos días jefe!
-
¡buenos días!, ¿Qué le vamos a dar? – mi padre y yo estábamos
detrás del mostrador de nuestro pequeño negocio, era una tienda que estaba muy
surtida, mas bien parecía un mercadito, se abría a las 5:00 de la mañana y se
cerraba hasta las diez de la noche, mi
padre vendía tortas de jamón, salchicha, queso amarillo y queso fresco,
jugos, chocomilk, licuados y huevos crudos en vaso, a muchas personas les
gustaba tomarlos con un chorro de Coca-Cola, decían que con eso tenían energía para
trabajar todo el día, también vendíamos los refrescos y cervezas mas frías de
todo Manzanillo, mi padre le sacaba un poco de agua a la hielera grande que teníamos
y después picaba finamente el hielo por encima, se aseguraba que se metiera el
hielo, por todos los rincones y recovecos, los clientes, en unos minutos podían
disfrutar de su bebida favorita bien fría, abarrotes en general, fruta y
verdura, todo muy limpiecito, buena atención,
así que teníamos mucha clientela-
-
Pues vera usted mi jefe, yo soy de Colima y me llamo
Rin, vengo a trabajar, se hacer de todo un poco, pero ahorita no he encontrado
trabajo y tampoco he comido, yo pensé, quizás
si llego a ésta tienda y les digo mi situación, tendrán trabajo para mí a
cambio de algo para comer ¿Cómo la ve?
Cuando
vi a Rin por primera vez, creí que solo era un vago loco con hambre, era un
muchacho joven de aproximadamente unos veintidós a veinticinco años, traía puesta una playera a rallas un poco
ajustada, se le marcaban los músculos, también un pantalón de mezclilla que
dejaba ver a un tipo flaco, era alto y blanco, con pelo castaño claro y un poco
de barba solo en la punta de su rostro, cargaba atrás de su espalda una mochila
que sostenía con su mano izquierda por arriba de su hombro.
-
¡me parece justo! – contesto mi padre-, sube al techo
y límpialo, separa lo que es basura de las cajas, barre, ¡que quede limpio!,
-
Muy bien mi jefe, ahorita lo hago.
Subió rápidamente las escaleras a grandes
zancadas, cuando termino de limpiar bajo la escalera, mi padre ya lo esperaba
con una telera de bolillo llena de queso con chile y un chocomilk, esa era la
especialidad de mi padre.
-
¡ya termine mi jefe!, -sonriendo Rin se dirigió a la
salida de la tienda- ¿quiere mirar como quedo?
-
¡no!, confío en usted, - respondió mi padre, al mismo
tiempo que le ofrecía el chocomilk y la
torta doble de queso, -Rin se sentó afuera de la puerta de la tienda de mi
padre y después…a comer-
Creo
que mi padre pudo ver más que yo, puesto que mientras Rin, comía, mi padre se sentó
en su silla a observarlo desde el otro extremo de la entrada a la tienda,
recuerdo que mi padre decía que a las
personas se les conoce más cuando las ves comer, pacientemente espero y después comenzó
a platicar con él.
-
¡así! ¿que vienes de Colima?
-
¡si, jefe! ¡ahí naci y ahí vivo con mi madre!
-
¡muy bien!, ¿en que quieres trabajar?
-
¡yo le entro a lo que sea!, pescador, jimador de
cocos, en la construcción, ¡donde sea, mi jefe!
-
¡llámame! Rogaciano!, mi nombre es Rogaciano.
-
¡muy bien, entonces le diré Don Rogaciano!
-
¡Pues mire Rin!, yo puedo ofrecerle algo de trabajo,
es temporal, porque resulta que estoy ampliando mi casa, hay que subir el
material al cerro, ayudar a los albañiles, quizás un poco de pico y pala en
ocasiones, etc., pero no puedo pagarle mucho, le ofrezco la comida, un lugar en donde
dormir y algo de dinero, ¡piénselo! y dígame si acepta.
-
¡No, Don Rogaciano!, no tengo nada que pensar, yo quiero trabajar y si aparte me va a dar algo de comida y donde dormir ¡pues ahí me quedo! ¿Cuándo empezamos?
-
¡hoy mismo!
Así fue
como Rin, llego a nuestra casa y nuestras vidas, alrededor de él, todo era como
mágico para nosotros, Rin, tenia el alma
y la pureza de un niño, nos cantaba canciones en Ingles, (aunque después
supimos que no sabia nada de ese idioma, solo eran garabatos que en su mente
inventaba), salían de su boca, un sinfín
de onomatopeyas ya fueran imitando el sonido de animales o solo gritos que no tenían
un significado, pero que nos divertían, cuando se llegaba la hora de la comida,
nadie era mas feliz que Rin, le hacia mi madre una torta de huevo con unos diez
o doce huevos por comida, un enorme plato de frijoles y un kilo de tortilla en
cada uno de sus alimentos, era muy bueno administrando su comida, porque nunca
le quedo un frijol en el plato o una tortilla en la servilleta, pero de la
misma manera que cantaba, gritaba o comía, también trabajaba, yo no deje de
sorprenderme cuando se quito la playera para ponerse otra aún mas vieja y
comenzar a trabajar, no tenia un solo gramo de grasa, estaba delgado pero lleno
de musculo firme, aunque terminara de comer su abdomen casi le llegaba a la
espalda y su fuerza era enorme, podía subir desde la calle a la casa de mi
padre con tres sacos de cemento, los tomaba con una sola mano y se los
acomodaba dos en el hombro y otro agarrado solamente con su mano, ¡sacos de 50
kilos cada uno!, para después a grandes zancadas (como era su estilo subir
escaleras), llegaba a casa, alrededor de 150 escalones, ¡sin descanso!, los
dejaba y después daba vuelta y brincando por entre piedras y techos llegaba de
nuevo abajo para volver a repetir la historia, lo vimos hacerlo, no en una,
sino en muchas ocasiones, daba tremendos
saltos de hasta veinticinco o treinta metros, desde el techo de una casa hasta
un lote baldío enfrente de ella, caía como si fuera un gato.
Recuerdo
que en una ocasión, nos pregunto que si nos gustaban los cocos, le dijimos que sí, al siguiente día por la mañana Rin, ya no estaba, llego como
unas dos horas después, llevaba dos costales llenos de cocos ya jimados, nos
dijo que había ido hasta Campos, los corto, los pelo y regreso, todo a pie en
solo unas cuatro horas, tengo que aclarar que Campos, esta como a siete u ocho kilómetros de la
casa, pero solo Rin, era capaz de hacer eso por sus amiguitos que éramos
nosotros, mi madre lo premio con una doble ración de comida.
Nos platico
que en una ocasión se fue de pescador…
-
¡buenos días!, ¿necesitan un ayudante?,
-
¿sabes pescar?,
-
¡claro que si!,
-
¡pues súbete!, ¡pero vamos a pescar toda la noche, ¿no
te importa?
-
¡no!, ¡yo no me rajo
-
¡orare pues, trépate y vámonos!
-
Llegamos al lugar en donde teníamos que tirar el
chinchorro, y comenzamos a echarlo al agua, luego que terminamos, sacamos los
anzuelos para ver si agarrábamos algo mas grande por ahí cerca, las luces del
puerto, se veía solo como un resplandor allá a lo lejos, justo en ese momento ¡que
siento que agarro algo con mi anzuelo!, ¡que me levanto bien gustoso! y pos que
me voy al agua, ¡pero no solté el anzuelo! Mis compañeros me gritaban…
-
¡suéltalo!, ¡déjalo ir!,
-
¡Pero yo no lo solté!, me fui recorriendo la cuerda de
pescar con mi mano, no se veía nada, los muchachos me seguían gritando: ¡suéltalo!, ¡vente!, pero yo
no lo quería dejar, que sigo y sigo hasta que ya no los oía gritar, entonces
que siento que llego a algo…
-
¿Qué era? Preguntamos nosotros curiosamente.
-
Era una enorme caguama, justo tenia el anzuelo
encajado arriba de ella, cerca de su caparazón,
-
¡y… qué hiciste?
-
¡Pues que me le subo encima!, ya no podía ver en donde
estaba la lancha, gire la cabeza de la
caguama para que nadara hacia la playa y ¡la hice que me sacara hasta la orilla!
-
¿la sacaste del mar?, ¿te la comiste?
-
¡no!, le cante una canción y después la deje que se
fuera.
-
¿Quieren que les cuente cuando fui soldado?
-
¿también fuiste soldado?
-
¡si, aunque por muy poco tiempo!, ¡me corrieron!
-
¿Por qué?, ¿Por qué te corrieron?
-
Pues fíjense, pase por ahí por donde esta la piedra
lisa en Colima, que veo que estaban
solicitando soldados, y yo me dije: - ¿pues
que tan difícil vaya a ser?- que me meto a la oficina y que me apunto, me
dijeron que me presentara al siguiente día, que me presento y que me dan un
uniforme, nos llevaron a entrenar, ¡yo les gane a todos! En resistencia para
caminar, marchando, armando el rifle, en todo, así que pronto me mandaron a una
misión, llegamos a un lugar lejos, en donde dijeron que estaba un montón de
narcotraficantes en una casa y no los podían sacar, cuando yo vi, la situación,
¡mire que estaba muy fácil!, los soldados estaban como a unos quince o veinte
metros de distancia de la casa, escondidos entre los arboles, los narcos
estaban adentro de la casa y tenían armas, así que yo me puse mi paliacate en
la frente, grite fuertemente mi grito de guerra, me avente dando vueltas y
disparando hasta que llegue a la puerta
de la casa, la tire a patadas y entre, los golpee con la culata del rifle y los
amarre, cuando llegaron los demás soldados, ellos todavía estaban desmayados y
tirados en el piso todos amarrados.
Ese personaje
era nuestro Rin, porque llegamos a considerarlo como nuestro amigo, no recuerdo
cuanto tiempo estuvo trabajando para mi padre, pero si recuerdo que un día se
fue y cada uno de nosotros nos quedamos con nuestros recuerdos y nuestra
tristeza, pensando que ya no lo volveríamos a ver nunca más.
Pero
como todas las historias tienen finales felices, pensaran que voy a inventar
uno para terminar, ¡ojala y así fuera!, pero no, la realidad fue muy cruda…
Años
después, por cosas del destino, fuimos a
la prisión del CERESO, en Colima, ahí lo volvimos a encontrar.
-
¡Rin!, ¿eres tú?
-
¡hola, si soy yo!, - ese saludo estuvo acompañado de
un expresivo grito de la selva, en señal de que estaba feliz-
-
¿Por qué estas preso? –era la pregunta obligada, al no
encontrar en nuestra mente ¿Qué cosa mala podría haber echo el Rin?
-
Pues mi mala suerte, resulta que encontré trabajo en la construcción aquí en Colima, y me puse a
trabajar, un día los albañiles hicieron una carne asada y compraron mucha
cerveza, pero como yo no tomo, ellos se emborrachaban y yo a come y come, comí
tanto que me dieron ganas de ir al baño, había un lote baldío al otro lado de
donde estábamos trabajando, así que me fui para allá, me baje los pantalones atrás
de unos arbustos y cuando termine de vaciar mi estomago, me acorde que no
llevaba papel, busque a los lados y mire unas bolsas de basura cerca de ahí, se
miraba que tenían papel adentro, me estire lo mas que pude, pero no las
alcanzaba, así que me levante para caminar unos pasos y en eso me miro una
señora que al ver que estaba desnudo de la cintura para abajo, comenzó a gritar
y a arrojarme piedras, yo agarre los papeles y me limpie rápido, pero en eso
llego la policía y me trajeron para acá, le dijeron a la señora que viniera a
otro día a declarar con el Juez, pero no ha venido.
-
¿Cuántos días tienes aquí Rin?
-
¡Más de dieciocho meses!
Quiero
que sepan que aun ahorita al recordarlo nuevamente siento muchas ganas de
llorar, un hombre como Rin, preso en el CERESO de Colima, sin que nadie lo
visitara, sin que nadie le fuera a avisar a su madre que estaba ahí, sin que lo
llamaran a declarar o le asignaran un Abogado de Oficio, hicimos lo que pudimos
para ayudarlo y tiempo después salió, desde ese día no hemos vuelto a saber
nada de él, pero sé que sigue en el pensamiento y en el corazón de todos mis
hermanos e incluso mi madre lo recuerda con mucho cariño.