Cuando
recién conocí a Elena, era una persona muy poco expresiva, huraña, pasaron algunas
cosas y mucho tiempo, antes que ella me contara
de su vida personal, recuerdo algo que nos paso a los pocos días de
conocernos…
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¡buenos días!
-
¡buenos días!, -
como todas las mañanas, llegue por mi amiga, ella sacaba sus perros que eran
como unos cuatro o cinco para que nos acompañaran al cerro a caminar, uno de
ellos se llamaba “Andrés”, cuando estábamos en la parte mas alta, saque una
navaja que llevaba conmigo y se la enseñe a Elena.
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¡mira me traje esta
navaja¡
-
¡ah¡ ¡que bien¡
pues yo traigo a “Andrés” es un perro que esta entrenado para matar, yo solo le
digo –“Andrés, mata” y el perro se les avienta y los mata.
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¡órale! ¡que suave!
Desde
ese día yo me sentí segura con el perro “Andrés” a nuestro lado, un año después
en el mismo lugar Elena comenzó a reír a carcajadas.
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¿recuerdas lo que te dije de “Andrés” hace como un año?
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¡si!
-
¡pues no era
cierto”
-
¿Cómo?
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¡si, no era
cierto¡, lo que paso fue que cuando me
enseñaste la navaja, me dio miedo, y pensé “esta vieja esta bien grandota y
además trae una navaja, fácil me puede matar” entonces invente que el perro
estaba entrenado para matar, jajajajajajajaja
Hoy, diez años despues lo recordamos y reimos de nuevo, aunque creo que esa desconfianza ha desaparecido.
Ahora somos buenas amigas.