Hace muchos años conocí
a un hombre maravilloso, a su lado crecí siendo una niña muy feliz, durante mi
adolescencia fue mi cómplice en mis aventuras, siempre supe que estaba ahí,
firme, amoroso, paciente, fui testigo de
las grandes cosas que siempre supo hacer, como un fiel amigo, gran esposo y
padre, también algo increíble cómo hablar con su amigo el mango frondoso que
estaba afuera de la casa, al que
amablemente le pedía un poco de aire para calmar su calor, gustaba de tocar su
vieja guitarra, cantar suavemente sus canciones favoritas, peinar hacia atrás
sus canas y afrontar la vida de una
manera positiva hasta el final, después el silencio en mi alma me hizo sentirme
tan confundida que llegue a pensar que la vida no tenía sentido sin mi padre a
mi lado, cuando estaba en la cima de la desesperación, conocí un par de
misioneros de la Iglesia de Jesucristo de Los Santos de los Últimos Días, ellos
me hablaron de una promesa, la de que algún día podría estar de nuevo junto a
mi padre, nunca podre saber si esto es cierto hasta que muera, pero desde ese
momento decidí vivir aferrada a esa
promesa para poder estar en esta vida sin mi padre, hoy lo recuerdo más que
nunca, pero todos los días son para mí, UN DÍA MAS CERCA DE ÉL.
Recordando un año mas sin mi padre. Agosto de 2014.