martes, 18 de junio de 2013

FELIZ DIA DEL PADRE



 Era de noche, yo sabia que mi padre estaba por llegar, todos los días sentía la misma emoción y lo esperaba parada encima del tanque de agua desde donde podía mirar la vereda que llevaba directo a la casa, dejaba un vaso con agua listo para dárselo después de acomodar su silla favorita por fuera de la puerta debajo de un mango enorme que también parecía contento de que mi padre llegara, movía sus ramas lenta y rítmicamente una y otra vez, la silueta de mi padre era inconfundible alto, delgado, blanco, con su pelo lacio perfectamente peinado hacia atrás, su camisa blanca y su pantalón oscuro ¡ah! Y algo que era distintivo de mi padre eran sus zapatos negros impecables, nunca recuerdo haber visto a mi padre con los zapatos sucios.
Corría tomándolo de la mano – ¡papi! ¡Papi! -mi padre se sentaba y yo le ofrecía el agua al mismo tiempo que le quitaba sus zapatos y le ponía sus sandalias, tomaba un pedazo de cartón y lo agitaba frente a su cara para refrescarlo un poco, mi padre tomaba el agua y después gustaba de contarnos cuentos o de escuchar a cada uno de nosotros las quejas o los problemas tanto de la casa como de la escuela, éramos tantos hermanos que yo nunca supe lo que era una amiguita fuera de la familia, pero ese día seria diferente; después de descansar un poco mi padre llamo a mi madre.
- ¡Señora!
- Dígame Don Roga.
- Mañana iré a Colima a cobrar en las Oficinas del Rastro, voy en el tren, salgo de aquí antes de las seis, porque a las seis de la mañana sale el tren.
- ¿va a ir solo?
- Si, señora
- ¿Quiere que le arregle algo de comida para el camino?
- No, no creo que me tarde mucho solo voy a desayunar antes de irme.
- Esta bien Don Roga.
Al escuchar esto, salí corriendo de hacia sus brazos, subiéndome a sus rodillas y sin dejar de abrazarlo le dije:
- ¡apa! ¡apa! Yo quiero ir con usted.
Mi padre primero me dijo que no, yo insistí una y otra vez, yo sabia que mi padre pocas cosas me negaba cuando yo sentada en sus rodillas y abrazándolo le pedía algo, y esa aventura no quería perdérmela, ya en otras ocasiones mi padre había ido a Colima en tren, y nos había platicado de paisajes, volcanes, túneles y ríos que sin duda era el momento de conocer así que acariciándole su cara y su pelo finalmente lo convencí, la emoción hizo que me fuera a la cama mas temprano que de costumbre pensando que quizás con eso amanecería mas temprano.
Mi padre todavía no terminaba de levantarse cuando yo ya estaba lista con mi mejor vestido y mis zapatos limpiecitos.
- ¡Señora! haga favor de hacer algo de comida para llevar, Yulia va conmigo.
- Si Don Roga, ¿unas gorditas?
- ¡esta bien! Con unas gorditas y un poco de te será suficiente.
Cuando salimos de la casa me sentí la niña mas importante y a mis escasos 4 o 5 años que tenia,  no me importaba si el mundo era redondo o cuadrado ¡No!, claro que ¡no!, eso no era importante ni las guerras ni los políticos ni nada, solo importaba mi padre y yo, llegamos a la estación del tren, había mucha gente algunos cargando animales otros canastas, bultos etc.,

Todos queriendo subir y tomar un asiento para así disfrutar del viaje, mi padre sin duda era alguien especial, la gente se hacia a un lado para que pasáramos y mi padre agradecía con un movimiento de cabeza al mismo tiempo que daba los buenos días a todos , escogió el mejor lugar y me indico con su mano que me sentara junto a la ventanilla, yo sentía que mi corazón palpitaba muy fuerte, tenia un poco de miedo pero bastaba voltear a ver a mi padre para sentirme de nuevo segura, eran emociones que nunca había experimentado, en mi pequeña cabeza estaban mil cosas y lo estaba gozando de tal forma que nunca lo olvide, de pronto se escucho un silbato muy fuerte y un grito diciendo - ¡Vámonos!, mi padre me tomo de la mano y dijo:
- siéntate y ponte quietecita vas a sentir un jalón fuerte pero no te asustes.
- Si papi.
Obedientemente me senté y me sujete del brazo de mi padre, de nuevo el silbatazo del tren nos aviso que el viaje comenzaría y después un jalón, seguido de un movimiento rítmico con un golpeteo debajo de nuestros pies, primero me lleno de miedo y después poco a poco comencé a disfrutar, mas aun cuando el sol comenzó a salir y pude ver por la ventana los hermosos paisajes, pájaros, vacas, flores todo, mis ojos parecían no llenarse de ver y ver y ver todo lo que podía, por un momento hasta me olvide de mi padre que a su vez ya estaba platicando con algunos pasajeros y hablaban de cosas que yo no entendía, pasamos varios pueblitos, mi padre tomo mi mano y me dijo:
- ¡Vamos a pasar por adentro de unos cerros, se van a prender las luces y se va a escuchar un sonido raro, no te asustes se llaman túneles y los hicieron para que lleguemos mas rápido!
- Esta bien papi, solo dame tu mano, no tengo miedo.


La verdad que si tenia miedo pero mi padre una vez mas lo quitaba con solo sentir sus manos entre las mías, llego el momento y cerré los ojos por un momento para escuchar el sonido del tren atravesando el túnel, solo fueron unos instantes pero lo disfrute con mis oídos, mi olfato al oler el fierro encerrado de las ruedas corriendo sobre los durmientes, mi vista cuando por un instante se queda todo a oscuras y de pronto se prenden las luces, fue un montón de experiencias que nunca olvide y que me acompañaran seguramente mas allá de mi muerte, fue un viaje increíble mucho mejor de lo que yo me hubiera imaginado, mucho mejor.
Al bajar del tren creí que la aventura había terminado pero no fue así, Colima era un lugar increíble, carros por todos lados, mucha gente, ruidos extraños, etc., mis ojos no terminaban de ver todas esas cosas, tiendas enormes con ropa, zapatos y miles de cosas que yo no conocía, pero que de igual manera me gustaba, mi padre hizo todo lo que tenia que hacer y después me llevo a un mercado muy grande en donde compro una bolsa de ixtle, luego la lleno con cacahuates y naranjas para llevarle a mis hermanos y a mi madre, de regreso a la estación del tren en Colima le dijeron a mi padre que el tren todavía tardaría un par de horas así que nos sentamos y mi padre me enseño una canción “Madrid’’ una y otra vez la cante hasta que la memorice completa.
Cuando llego el tren para regresar a Manzanillo, un mundo de gente estaba esperando, nos subimos y nos sentamos del lado opuesto, seguramente mi padre pensó en que así yo vería del otro lado el regreso a casa, me dispuse a gozar una vez mas de todas las cosas que había visto, de pronto paso un señor gritando:
-¡Próxima parada Madrid, próxima parada Madrid!
- ¡Oyes Papi! ¡Oyes! Dijeron Madrid como la canción que me enseñaste.
Mi padre aparentemente sin hacer caso de mi sorpresa se levanto y dijo en voz alta.
- ¡su atención por favor señores y señoras!, mi hija les va a cantar una canción.
- Tremendo susto me lleve, pero no podía dejarlo en mal así que sin más, me pare en medio de todos y comencé a cantar y bailar.

- Cuando vayas a Madrid chulona mía,
- Voy a hacerte emperatriz de lava píes
- Y alfombrarte de claveles la gran vía
- Y bañarte con vinillo de jerez……
- Madrid, Madrid, en México se piensa mucho en ti
- Por el sabor que tienen tus verbenas
- y tantas cosas buenas que soñamos desde aquí,
- Y vas a ver lo que es canela fina
- Y armar la tremolina cuando llegues a Madrid…….
¿como era posible pensar en otra cosa?, mi Dios era mi padre , mi mundo también era él y mi familia,  que feo es crecer sin tener la conciencia de que nada es para siempre.