Era de noche, yo sabia que mi padre estaba por
llegar, todos los días sentía la misma emoción y lo esperaba parada encima del
tanque de agua desde donde podía mirar la vereda que llevaba directo a la casa,
dejaba un vaso con agua listo para dárselo después de acomodar su silla
favorita por fuera de la puerta debajo de un mango enorme que también parecía
contento de que mi padre llegara, movía sus ramas lenta y rítmicamente una y
otra vez, la silueta de mi padre era inconfundible alto, delgado, blanco, con
su pelo lacio perfectamente peinado hacia atrás, su camisa blanca y su pantalón
oscuro ¡ah! Y algo que era distintivo de mi padre eran sus zapatos negros
impecables, nunca recuerdo haber visto a mi padre con los zapatos sucios.
Corría tomándolo de la mano – ¡papi! ¡Papi! -mi
padre se sentaba y yo le ofrecía el agua al mismo tiempo que le quitaba sus
zapatos y le ponía sus sandalias, tomaba un pedazo de cartón y lo agitaba
frente a su cara para refrescarlo un poco, mi padre tomaba el agua y después
gustaba de contarnos cuentos o de escuchar a cada uno de nosotros las quejas o
los problemas tanto de la casa como de la escuela, éramos tantos hermanos que
yo nunca supe lo que era una amiguita fuera de la familia, pero ese día seria
diferente; después de descansar un poco mi padre llamo a mi madre.
- ¡Señora!
- Dígame
Don Roga.
- Mañana
iré a Colima a cobrar en las Oficinas del Rastro, voy en el tren, salgo de aquí
antes de las seis, porque a las seis de la mañana sale el tren.
- ¿va
a ir solo?
- Si,
señora
- ¿Quiere
que le arregle algo de comida para el camino?
- No,
no creo que me tarde mucho solo voy a desayunar antes de irme.
- Esta
bien Don Roga.
Al escuchar esto, salí corriendo de hacia sus
brazos, subiéndome a sus rodillas y sin dejar de abrazarlo le dije:
- ¡apa!
¡apa! Yo quiero ir con usted.
Mi padre primero me dijo que no, yo insistí una y
otra vez, yo sabia que mi padre pocas cosas me negaba cuando yo sentada en sus
rodillas y abrazándolo le pedía algo, y esa aventura no quería perdérmela, ya
en otras ocasiones mi padre había ido a Colima en tren, y nos había platicado
de paisajes, volcanes, túneles y ríos que sin duda era el momento de conocer
así que acariciándole su cara y su pelo finalmente lo convencí, la emoción hizo
que me fuera a la cama mas temprano que de costumbre pensando que quizás con
eso amanecería mas temprano.
Mi padre todavía no terminaba de levantarse cuando
yo ya estaba lista con mi mejor vestido y mis zapatos limpiecitos.
- ¡Señora!
haga favor de hacer algo de comida para llevar, Yulia va conmigo.
- Si
Don Roga, ¿unas gorditas?
- ¡esta
bien! Con unas gorditas y un poco de te será suficiente.
Cuando salimos de la casa me sentí la niña mas
importante y a mis escasos 4 o 5 años que tenia, no me importaba si el mundo era redondo o
cuadrado ¡No!, claro que ¡no!, eso no era importante ni las guerras ni los
políticos ni nada, solo importaba mi padre y yo, llegamos a la estación del
tren, había mucha gente algunos cargando animales otros canastas, bultos etc.,
Todos queriendo subir y tomar un asiento para así disfrutar
del viaje, mi padre sin duda era alguien especial, la gente se hacia a un lado
para que pasáramos y mi padre agradecía con un movimiento de cabeza al mismo
tiempo que daba los buenos días a todos , escogió el mejor lugar y me indico
con su mano que me sentara junto a la ventanilla, yo sentía que mi corazón
palpitaba muy fuerte, tenia un poco de miedo pero bastaba voltear a ver a mi
padre para sentirme de nuevo segura, eran emociones que nunca había
experimentado, en mi pequeña cabeza estaban mil cosas y lo estaba gozando de
tal forma que nunca lo olvide, de pronto se escucho un silbato muy fuerte y un
grito diciendo - ¡Vámonos!, mi padre me tomo de la mano y dijo:
- siéntate
y ponte quietecita vas a sentir un jalón fuerte pero no te asustes.
- Si
papi.
Obedientemente me senté y me sujete del brazo de mi
padre, de nuevo el silbatazo del tren nos aviso que el viaje comenzaría y
después un jalón, seguido de un movimiento rítmico con un golpeteo debajo de
nuestros pies, primero me lleno de miedo y después poco a poco comencé a
disfrutar, mas aun cuando el sol comenzó a salir y pude ver por la ventana los
hermosos paisajes, pájaros, vacas, flores todo, mis ojos parecían no llenarse
de ver y ver y ver todo lo que podía, por un momento hasta me olvide de mi
padre que a su vez ya estaba platicando con algunos pasajeros y hablaban de
cosas que yo no entendía, pasamos varios pueblitos, mi padre tomo mi mano y me
dijo:
- ¡Vamos
a pasar por adentro de unos cerros, se van a prender las luces y se va a
escuchar un sonido raro, no te asustes se llaman túneles y los hicieron para
que lleguemos mas rápido!
- Esta
bien papi, solo dame tu mano, no tengo miedo.
La verdad que si tenia miedo pero mi padre una vez
mas lo quitaba con solo sentir sus manos entre las mías, llego el momento y
cerré los ojos por un momento para escuchar el sonido del tren atravesando el
túnel, solo fueron unos instantes pero lo disfrute con mis oídos, mi olfato al
oler el fierro encerrado de las ruedas corriendo sobre los durmientes, mi vista
cuando por un instante se queda todo a oscuras y de pronto se prenden las
luces, fue un montón de experiencias que nunca olvide y que me acompañaran
seguramente mas allá de mi muerte, fue un viaje increíble mucho mejor de lo que
yo me hubiera imaginado, mucho mejor.
Al bajar del tren creí que la aventura había
terminado pero no fue así, Colima era un lugar increíble, carros por todos
lados, mucha gente, ruidos extraños, etc., mis ojos no terminaban de ver todas
esas cosas, tiendas enormes con ropa, zapatos y miles de cosas que yo no
conocía, pero que de igual manera me gustaba, mi padre hizo todo lo que tenia
que hacer y después me llevo a un mercado muy grande en donde compro una bolsa
de ixtle, luego la lleno con cacahuates y naranjas para llevarle a mis hermanos
y a mi madre, de regreso a la estación del tren en Colima le dijeron a mi padre
que el tren todavía tardaría un par de horas así que nos sentamos y mi padre me
enseño una canción “Madrid’’ una y otra vez la cante hasta que la memorice
completa.
Cuando llego el tren para regresar a Manzanillo, un
mundo de gente estaba esperando, nos subimos y nos sentamos del lado opuesto,
seguramente mi padre pensó en que así yo vería del otro lado el regreso a casa,
me dispuse a gozar una vez mas de todas las cosas que había visto, de pronto
paso un señor gritando:
-¡Próxima parada Madrid, próxima parada Madrid!
- ¡Oyes Papi! ¡Oyes! Dijeron Madrid como la canción
que me enseñaste.
Mi padre aparentemente sin hacer caso de mi sorpresa
se levanto y dijo en voz alta.
- ¡su
atención por favor señores y señoras!, mi hija les va a cantar una canción.
- Tremendo
susto me lleve, pero no podía dejarlo en mal así que sin más, me pare en medio
de todos y comencé a cantar y bailar.
- Cuando
vayas a Madrid chulona mía,
- Voy
a hacerte emperatriz de lava píes
- Y
alfombrarte de claveles la gran vía
- Y
bañarte con vinillo de jerez……
- Madrid,
Madrid, en México se piensa mucho en ti
- Por
el sabor que tienen tus verbenas
- y
tantas cosas buenas que soñamos desde aquí,
- Y
vas a ver lo que es canela fina
- Y
armar la tremolina cuando llegues a Madrid…….
¿como era posible pensar en otra cosa?, mi
Dios era mi padre , mi mundo también era él y mi familia, que feo es crecer sin tener la conciencia de
que nada es para siempre.