jueves, 11 de mayo de 2017

MI MADRE

Mi madre, mi amiga, mi compañera de aventuras, mi cómplice ha muerto, yo pensaba que estaba preparada para ese momento, pero de pronto me di cuenta que no, cuando en mi mente comenzaron a desfilar todos esos momentos en que mi madre estuvo a mi lado, ella tenía miedo a morir, porque vivió con el miedo toda su vida,  no supo como vencerlo y al aceptarlo se convirtió en una persona fuerte, orgullosa, trabajo incansablemente mientras pudo, hasta el último momento conservo su carácter, su mente lúcida, el tiempo doblego su cuerpo, pero nunca pudo doblegar su espíritu, ¿buena o mala?, que importa, ella termino su misión en la tierra y Dios es el único que puede juzgarla, a nosotros como hijos, nietos, bisnietos y tataranietos o lo que le sigue, solo nos toca recordarla si queremos u olvidarla si podemos, ninguno de sus hijos vivió a su lado tanto tiempo como mis hermanos  Salvador, Carlos, Rogelio, Cuitláhuac y yo, los demás por sus vidas y familias, no pudieron hacerlo, pero cada vez que podían le daban la sorpresa y mi madre los disfrutaba a su manera, ¿Quién no recuerda su bienvenida con una carnita de puerco con chile?, sus chilaquiles, su mole, sus tamales, sus enchiladas, esa siempre fue la forma de decirnos cuanto nos amaba, no tuvo tiempo de abrazarnos cuando niños, porque siempre estuvo al pendiente de tener la comida a tiempo, la casa limpia, recuerdo verla planchando con una plancha que calentaba en el comal, los burritos calientitos con sal que nos hacía, y sus sabrosas gorditas de natas, pero a pesar de todo eso, siempre tuve el sentimiento de que mi madre no nos quería, que nunca nos había querido, renegué cuando tuve que ir a la escuela para padres y ahí aprendí hace justo ocho días,  que las madres también demuestran su amor de forma callada dando de comer a sus hijos, ¡ah cuanto nos amaste madre mía!, yo quería que me abrazaras cuando era niña, pero tus brazos siempre permanecieron ocupados en amarnos, si solo hubieras tenido un hijo, seguramente lo hubieras cubierto de besos y abrazos a cada momento, pero tuviste tantos que cada vez que nos llevábamos un bocado a la boca, seguramente nos mirabas pensando en todos los besos que nos repartías, no fuiste perfecta ¿Quién de nosotros lo ha sido?, recuerdo mucho a Eloísa mi hermana, meses antes de que ella se enterara que iba a morir, hablo conmigo de este sentimiento hacia mi madre, lamento no haber comprendido lo que ahora comprendo para compartirlo con ella, pero sé que ellas tendrán ahora una eternidad para abrazarse y decirse lo mucho que se quisieron y se querrán por siempre, una noche antes de la muerte de mi madre, tuve unas horribles pesadillas, soñaba que mi madre caía por un barranco oscuro, yo quería moverme para detenerla pero nunca pude, después de recibir la noticia de mi hermana Xóchitl, mis  ojos permanecieron secos, solo sentí en  mi corazón una opresión y un dolor ya conocido, después de unos minutos, mi esposo me dijo que teníamos que ir a la Iglesia a que firmaran su recomendación, nos fuimos y  en el camino de pronto recordé a mi madre hace ya como 17 años, cuando le dije que iría a Ensenada solo por dos días, ella me contestó: ¡me vas a dejar! ¿verdad?, y yo muy segura le dije que no, -“solo voy por dos días madre”-pero las cosas no pasaron como yo creía y no volví, años después cuando ella ya se encontraba en casa de mi hermano Salvador, me dijo “te fuiste y me dejaste”, al recordarlo no pude controlar mi llanto, porque comprendí,  que no podría acompañar su cuerpo en los últimos momentos en esta tierra, pero después del llanto le agradecí a Dios, haberle conocido como mi madre, poder saber que ella está bien, que se reunirá con sus padres, con todos sus hijos que ya han muerto, sus hermanos y demás familia, que yo la sentiré por siempre en mi corazón y que quizás también algún día pueda verla.
         Agradezco mucho a la esposa de mi hermano Salvador, (Juana), a quien de cariño llamamos “guera”, ella por años cuido de mi madre y la alimento de manera tal que pudo permanecer hasta esta fecha con nosotros (10 de mayo de 2017), sé que no tenía ninguna obligación de hacerlo y lo hizo con cariño y dedicación, de la misma forma a mi hermana Xóchitl, que aunque como hija, si tenía la responsabilidad de hacerlo, tuvo que sacrificar su casa, su vida para poder cuidar de ella hasta este momento, lo hizo, a diferencia de las demás hijas que mi madre tiene incluida yo, la distancia no es excusa;  la apatía menos y solo menciono la responsabilidad de las hijas y no de los hijos, porque ella en su calidad de mujer nos necesitaba a nosotras y le fallamos.

         Lo hecho, hecho esta, y solo nos queda el consuelo que nos puede dar Dios, la fortaleza o esperanza que cada uno de nosotros necesite y el recuerdo que también cada uno de nosotros quiera guardar, esa es nuestra decisión, descansa en paz madre que tu hija te recordara por siempre.