martes, 10 de abril de 2012

MANZANILLO, COLIMA. CAPITAL MUNDIAL DEL PEZ VELA



Cuando mi padre nos llevo a vivir a  ese lugar, sin duda no se equivoco, en el año de 1960, Manzanillo, era un lugar paradisiaco, el sitio en donde se pueden contar sin temor las mejores anécdotas de mi vida, hasta me atrevo a decir que también lo es para muchos de los que han habitado ahí, recuerdo la cantidad de peces que quedaban varados en la playa de San Pedrito, la gente llevaba bolsas o baldes, que podían llenar con solo estirar la mano, la mar era de un azul tan bello y transparente que nos permitía desde el cerro mirar el fondo de las partes bajas de la bahía, sin contaminación de automóviles, eran muy pocos los que circulaban, las casas estaban empotradas en los cerros, solo una calle principal en el centro, mi madre por las mañanas en ocasiones iba al mercado que era de lo mas pintoresco y hermoso, lleno de colores y olores, doña Carmelita con su famoso rompope, el panadero cerca de ahí, con el pan calientito que sin duda era lo ideal para acompañar la suculenta bebida que solo Carmelita podía hacer, el vendedor de globos que no dejaba de gritar “a peso la bolsa de globos; 20 globos de todos los tamaños un peso”, también los dueños de los diferentes puestos “!pásele, pásele, pásele, todo vara, vara, vara”, “marchantita”, ¿Qué va a llevar?, era hermoso, era romántico, era algo diferente, que disfrute en mi niñez y disfruto hoy recordándolo en el ocaso de mi vida, también existía un pequeño kiosco, rodeado de arboles grandes y frondosos, vendían muchas cosas, pero a mi me encantaba ir con las compañeras de escuela y comprar cocos, tomábamos el agua y después comíamos la carne usando únicamente el popote sin partirlo, era muy divertido.
Campos, era un lugar a solo unos seis kilómetros de distancia del centro de Manzanillo, mi abuelo Cirilo, el padre de mi mamá, vivió ahí, me gustaba ir a comer marañones, me sentaba abajo del árbol y comia la fruta sin importarme que escurriera entre mis manos el jugo agridulce, la gente también en ese lugar recogía la fruta madura con el consentimiento de los dueños de las huertas, era tanta la fruta que aun con todo lo que la gente llevaba parecía nunca terminar, nopales, limones, cocos, mangos, y sobretodo ciruelas, pero desgraciadamente de la noche a la mañana, llego el progreso y con ello todo fue cambiando.
La termoeléctrica, llevo gente de muchos Estados a Campos, eran cientos y cientos de trabajadores apilados aquí y allá, iniciaron los robos, violencia, contaminación, el paraíso termino poco a poco y dio comienzo al Puerto de Altura que aún ahora, en el 2012,  sigue creciendo.
Pero como un homenaje a toda esa belleza, quiero escribir algunas historias  que llevarán mucha verdad, pero también mucha imaginación de quien escribe.

2 comentarios:

  1. Es bueno contar con este tipo de lecturas, felicidades!!

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  2. Gracias por tu aporte. Qué pesar que haya cambiado tanto.

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